Cuando mi mujer me propuso apuntar a la pequeña a inglés me pareció un disparate. Natalia apenas tenía seis meses y no me imaginaba cómo iba a aprovechar algo así. Como en la academia
Baby English podíamos probar unos días y dejarlo sin compromiso, decidimos hacerlo. Quedamos gratamente sorprendidos.
Los profesoras son nativas y sólo se comunican en inglés. Esto es fundamental. Además,
las clases son muy divertidas porque se realiza una actividad diferente aproximadamente cada cinco o diez minutos para que los niños no se aburran. Las actividades consisten fundamentalmente en "jugar", leer cuentos y cantar en inglés, de forma que los niños van aprendiendo vocabulario sin darse cuenta.
Los niños sólo pueden estar en clase acompañados por un adulto. Para nosotros los padres, esto último es muy interesante porque nos permite interactuar en inglés durante una hora y ver sus progresos in situ. Hay días que nos lo pasamos mejor los adultos que los niños.
El miércoles se acabaron las clases. Mi hija dos años recién cumplidos y ya ha realizado dos cursos. En octubre más.